Barro del mar Muerto y anís estrellado
El barro del mar Muerto mineraliza profundamente la piel, revitaliza, regenera y nutre, además, por sus propiedades calmantes e hidratantes ayuda a tratar alteraciones cutáneas como eccemas, dermatosis o psoriasis.
El aceite esencial de anís estrellado tiene un efecto antibacteriano, antiinflamatorio y antimicrobiano. El jabón de Ambolo de barro del mar muerto y anís estrellado es equilibrando y purificando y se recomienda para pieles mixtas o grasas. Está sutilmente perfumado.
Sellos y certificaciones
SUGERENCIAS
Guarda la pastilla en un lugar seco y fresco, la humedad es el peor enemigo del jabón natural. En un entorno húmedo el jabón se hace blando y se gasta más rápidamente.
Para mantenerla seca colocala en una jabonera donde el agua pueda escurrir con facilidad.
Para conseguir una espuma abundante frota la pastilla con una manopla o una esponja.
FAQS
¿De qué están hechos los jabones Ambolo?
La base son aceites y grasas vegetales de primera calidad, agua destilada y sosa cáustica. Según su composición puede llevar ingredientes exclusivamente naturales como la seda, leche, arcillas, flores, aceites esenciales, pigmentos de plantas y semillas.
¿Qué NO se utiliza nunca en la elaboración de jabones Ambolo?
- Aceite o grasas recicladas
- Aceite y grasas sintéticas como la parafina, ni otros derivados del petróleo
- Perfumes, aceites perfumados y aromas sintéticos
- Grasas de origen vegetal
- Colorantes como el azulete o otros colorantes químicos, ni siquiera alimentarios
- Conservantes químicos (excepto la vitamina E, tocopherol)
- Aditivos químicos como, el bórax o agentes tensioactivos
- Aceites esenciales provenientes de maderas tropicales en peligro, como el sándalo o el palo de rosa
¿Las pastillas de jabón de Ambolo todavía contienen sosa cáustica?
No, durante los proceso de la saponificación, toda la sosa cáustica crea una emulsión con las grasas y el agua que se transforma con jabón. No queda residuos de ella. Es más las recetas de nuestros jabones prevén un exceso de lípidos entre un 5% y un 10%. Esto significa que se calcula la cantidad de sosa cáustica necesaria para saponificar un 90% y un 95% de los aceites y las grasas. La cantidad restante de aceite y grasas se queda en su estado natural, sin saponificar. Por lo tanto, ni un milímetro de la lejía se escapa de la saponificación.